29 de marzo de 2010

Alguien que cuando esté borracha me lleve a cuestas hasta no poder más. Que se pierda conmigo en algún lugar remoto. Alguien que disfrace a mis días malos y los convierta en buenos, que no se enfade si no me entiende ni me entiendo y le mareo, que me llame tonta y me haga enfurecer, que no de por hecho que siempre voy a estar ahí pero que tampoco lo dude, que no me haga sufrir porque sí, pero que no me venda amor eterno manoseado. Alguien que me recrimine el derecho a quedarme allí, con él, el de no tener que irme a ningún lugar. Que me pida todos los besos que quiera darme, que no pueda caminar conmigo por la calle sin cogerme de la mano o agarrarme de la cintura, que no le guste verme llorar y me haga reír hasta cuando no tengo ganas, que de vez en cuando decida esconderse del resto de la humanidad conmigo, lo mire a mi manera y que se queje como siempre hace. Que esté loco por mi, y no se le olvide decírmelo. Alguien que se despierte cada mañana y no dude en pensar "hoy la veo". Que me salude con una sonrisa, que confíe ciegamente en mí y que me apoye en cualquiera de mis decisiones. Alguien que despierte nuevos deseos en mi, que sea el padre de mis hijos y que nunca me deje ir. Que me mire a los ojos y me eche un piropo, aunque sea de mentira con tal de hacerme sonreír. Que no suelte mi mano, y cuando quiera yo soltarme, que me agarre más fuerte. Y sobre todo: alguien que me quiera como nadie lo había hecho antes.




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